Una patente científica es el recurso legal y universal que protege la propiedad intelectual de toda investigación científica y sus productos tecnológicos y económicos.
En un campo en expansión como el de la investigación sismológica, este garante adquiere una importancia vital.
Vamos a hablarte del papel que juega una patente en el contexto de un investigador de campo relacionado con la actividad tectónica, vulcanológica y sísmica, y por qué deberías recurrir a ella siempre que desarrolles un trabajo científico.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de una patente científica?
Una patente es la potestad que otorga derechos exclusivos sobre la explotación comercial de un desarrollo tecnológico inédito. En otras palabras, te concede la explotación sobre las aplicaciones de un derecho adquirido.
Es a los Estados a los que corresponde la otorgación de las patentes científicas, tramitadas por particulares o asociaciones. Es esta máxima autoridad la que define si una patente ya fue reclamada por otra persona en otro estado, su duración y derechos.
Una patente científica se concede sobre un desarrollo tecnológico que sea inédito y el fruto de un trabajo científico.
Para que una patente científica pueda tener efecto, es necesario que los desarrollos tecnológicos que involucra cumplan con tres condiciones:
- Novedad: debe superar el estado de la tecnología accesible al público antes de la fecha de su solicitud.
- Actividad inventiva: debe resultar evidente para un experto en la materia que se trata del fruto de un trabajo científico.
- Aplicación industrial: una vez fabricado, el objeto de la patente debe presentar una aplicación concreta.
De manera universal, las patentes suelen tener una duración de 20 años. Tras ese lapso, se dice que la patente se libera y cualquiera puede hacer uso de la invención de la que es objeto.
Por ejemplo, en 2013 el IMPI (Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual) otorgó una de las primeras patentes científicas sismológicas mexicanas al ingeniero Arturo Manuel Lezama Ramírez, egresado de la licenciatura en Ingeniería en Electrónica y Comunicaciones de la Universidad de las Américas Puebla.
Se trató de la patente sobre el modelo de detector sísmico anticipado; esta permite alertar hasta con 30 segundos un sismo de más de 5 grados en la escala de Richter.
Gracias a esta patente, hasta 2033, la empresa del ingeniero Lezama, LezamaRamA Ingeniería y Diseño, es la única autorizada para desarrollar y comercializar los detectores desarrollados a partir de esta tecnología.
Patentar o publicar… no debería ser un dilema
Hacer una patente científica es una carrera contra el tiempo y contra la mirada de otros investigadores.
En el universo de la investigación científica, la manera de visibilizar tu trabajo es a través de la publicación constante de artículos y papers en revistas científicas.
No importa tu campo: el sistema académico te obliga a exponer tu investigación para ser validado por tus pares y autoridades en tu campo.
La publicación es la manera de conseguir apoyos financieros, becas y puestos en centros de investigación: cuántos artículos has publicado, suele ser la medida de tu prestigio.
¿Deberías, entonces, publicar los resultados de tus investigaciones, los avances y productos, antes de patentar sus aplicaciones tecnológicas?
Nada te impide realizar ambos procesos simultáneamente, pues debes considerar algunos hechos:
- El tiempo promedio de resolución de una solicitud de patente es de dos años desde que se recibe en el IMPI.
- Un abstract, una mención en una conferencia, una referencia en un artículo pueden revelar los aspectos más viables de tu desarrollo, y ser tomados (y patentados) por otra persona.
La autoridad encargada en México de conceder una patente científica es el IMPI (Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual).
Patente científica y propiedad intelectual
Un primer paso para obtener una patente sobre un desarrollo científico es reclamar su propiedad intelectual.
A diferencia de la patente, los derechos de propiedad intelectual se registran en los institutos de derechos de autor. Bajo esta figura se acreditan y protegen ideas, obras literarias y artísticas, pero también desarrollos científicos.
Este registro también protege los derechos de Propiedad Industrial, bajo el que se amparan las invenciones y sus desarrollos tecnológicos.
De manera que el derecho de autor y la propiedad pueden ser un primer paso para salvaguardar tu patente científica antes de su registro como tal.
La patente científica y las universidades
Las patentes son una oportunidad que las universidades y centros de investigación no siempre aprovechan. No todas cuentan con equipos de supervisión científica que evalúen e impulsen la solicitud de patentes sobre el trabajo de sus investigadores.
Esto es desperdiciar oportunidades de actividad comercial que benefician con recursos a los investigadores y a las instituciones mismas.
Por fortuna, cada vez son más las universidades y centros de investigación que se preocupan por la solicitud de patentes científicas.
Por ejemplo, el Instituto de Ingeniería de la UNAM ha patentado unared acelerográfica que ampliará el sistema sismológico nacional.
El IMPI señala que, de hecho, la UNAM es la institución que más patentes científicas ha solicitado, 299 solicitudes de patente durante 2019. Seguida por el Instituto Politécnico Nacional con 248 y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla con 169.
Organización y vigilancia para no perder tus derechos de patentar
Ya lo hemos mencionado, como investigador de campo debes ser oportuno para solicitar una patente. Por ello, es necesario un constante monitoreo de las patentes que día con día se solicitan para:
- Detectar aquellas que coinciden con tus temas de investigación y puedan suponer los mismos resultados a los que apuntan.
- Reconocer aquellas que puedan plagiar y apropiarse de tus desarrollos tecnológicos o de los frutos de tu investigación.
Hay varias maneras de realizar esta detección:
- Con la revisión del boletín del IMPI (y de otros institutos de Propiedad Intelectual) que dan cuenta de cada una de las patentes solicitadas.
- Con la comunicación con universidades e institutos que pueden informarte sobre aquellos proyectos de investigación que podrían llevar a patentes científicas como la tuya.
Conclusión
La patente científica protege la propiedad intelectual y los privilegios de explotación derivados de un desarrollo tecnológico.
Es necesario que aquellos objetos de tu invención que rebasen el estado tecnológico del momento queden debidamente acreditados con una patente a tu nombre, del de tu equipo o de tu institución.
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